ELOGIO DE LA LENTITUD
Un movimiento de alcance mundial cuestiona el culto a la velocidad
Autor : Carl Honoré
Editorial : RBA, 2008
331 pág. sin ilustraciones
El autor hace una revisión de las muchas situaciones en que la prisa nos presiona hasta el punto de no apreciar ni saborear lo bueno de la vida. La llaman la enfermedad del tiempo y es el origen de un gran número de enfermedades, e incluso, podría estar en la base del aumento de los suicidios de los niños. Por culpa de la prisa y el anhelo de velocidad vivimos en la era de la rabia y nos arrebata la capacidad de disfrutar.
El objetivo del libro es hacer un viaje de descubrimiento al movimiento SLOW. Como compañero tenemos al propio autor, que se define también como una persona que vive con prisa y que cuando le cuenta un cuento a su hijo por las noches, está más pendiente de cómo saltarse líneas, sin que se note, que del contenido de la historia.
Desde la aparición de la máquina de vapor, la vida de las personas se sumergió en la vorágine de la prisa y en una cultura en la que el tiempo es oro. El reloj preside nuestras vidas y es el “sistema operativo del capitalismo” (pág. 35).
Pero en todo el mundo ha ido apareciendo un movimiento en busca de la desaceleración, que en realidad tiene muchas caras y no necesariamente ligadas entre ellas. Puede ser el movimiento dirigido a conseguir una mayor cantidad de tiempo libre y de ocio o el de la jornada de 35 horas de trabajo, otro puede ser el de la búsqueda del Tempo Giusto en música, el de un nuevo modelo educativo como el caso de la escuela en Finlandia, el del nuevo urbanismo pensado para los peatones, o el de la vuelta a la cocina lenta, o el de las medicinas alternativas, más lentas por naturaleza y en su consecución de mejorar al enfermo, o el de los ejercicios basados en la respiración y la meditación. Sea como sea, el movimiento SLOW se va tejiendo a lo largo y ancho del planeta.
Nos va presentando el autor sus visitas a centros que tienen esta filosofía y sus conversaciones con quienes los dirigen. El va aprendiendo y nosotros nos enteramos de cómo hacen ahí las cosas. Es muy interesante.
A medida que avanzamos en la lectura, va quedando patente las muchas bondades de ir más despacio e, incluso, hay que cultivar el arte de no hacer nada.
Estudios demuestran que los niños aprenden mejor cuando lo hacen a un ritmo más lento y rechaza la línea seguida en la mayoría de los países de hacerles aprender a leer a muy temprana edad. Incluso se deja la duda de si no será la velocidad y “la madre de todas las actividades : la televisión” (pág. 284) la culpable del tan corriente hoy en día trastorno por Déficit de Atención.
Hay que abandonar, pues, la neurosis del tiempo. El movimiento Slow avanza lentamente, sin una estructura organizativa, pero imponiéndose en todo el mundo.
M.S.S. mayo de 2009
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